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Monday, November 30, 2009

Al médico

La jodita de la caída dejó más secuelas de lo que me hubiera gustado. Nada grave, pero todavía me molesta la mano para escribir... cocer, bordar, abrir la puerta para ir a jugar! jo, jo. Seguro no es nada pero mejor que lo diga un médico.

Llegué al lugar que más que una clínica parece una empresa. Entré a esta torre moderna en plena city, me acerqué a la recepción, di mis datos y me dijeron que espere en la sala de espera (que es igual a la sala de pre embarque en un aeropuerto). Me senté, no llegué a abrir mi libro que alguien dijo mi nombre.

Caminé hacia este hombre y lo seguí a lo largo del eterno pasillo en el que había puertas grises cerradas con carteles "Dr Someone" pegadas en ellas.


Antes de salir de casa había mirado la lista de médicos de este lugar (ni idea para qué porque no conozco a ningún médico), y cuando vi que muchos eran hombres confieso que me entusiasmé un poco. Estaba segura que el tipo al que seguía era algo así como un usher. Del otro lado de la puerta me espera Dr Chase! Cuando entré al consultorio y el tipo este cerró la puerta comprobé una vez más que estos australianos sólo existen en las películas… y en Dr House.

Anyway, después de que le conté que me había caído patinando y que semanas más tarde me seguía doliendo la mano, me agarró de la muñeca y empezó a presionar en distintos puntos.


‘Does it hurt?’ preguntó.

‘No.’

‘Here?’

‘No.’

‘Here?’

‘No.’

‘Here?’

‘No.’

‘He—’

‘Ouch!’

‘Ok, if something’s broken there, nothing can be done.’

Brutal. ‘So?’


El Dr Lee, que vestía una camisa a cuadros negra, roja y blanca prolijamente metida en su jean negro (que por poco no lo ahorcaba), procedió a explicarme lo que podría estar causándome dolor. Este tipo se había recibido hacía media hora o no le enseñaron o no aprendió cómo tiene que hablar con sus pacientes. Entre que su inglés era malo, seseaba y me hablaba en términos médicos, no tengo idea de qué es lo que me causa dolor cada vez que hago fuerza con la mano. Lo único que entendí fue que me podía sacar una radiografía para saber si hay algo roto o no, pero que igual, repitió, no se puede hacer nada. ‘At the end of the day, it’s your decision,’ con una seriedad como si me estuviera hablando de una decisión de vida o muerte.


¿Tiene algún sentido ver el estado de algo que no se puede cambiar? Dudé un poco de su no rotundo (desconfío un poco de los absolutos) pero como en esta vida no soy médica, confié en el chino. Le informé mi meditada decisión y le pregunté: ‘but is there anything you can give me for the pain?’

Giró su silla hacia el escritorio y empezó a tipear en la computadora. El tipo escribía y escribía concentradísimo con la boca abierta cual goldfish. Imprimió la receta y después de que me preguntara cinco veces si tenía alguna otra consulta me fui. Partí sin mi Dr Chase, sin saber si tengo algo mal, pero pensando que la decisión de sacarse una radiografía siempre es una opción.

Monday, November 23, 2009

Sin control

25 años viviendo a cuadras y minutos de milongas o lugares donde se puede ir a bailar tango y jamás fui siquiera a ver un espectáculo. (Sólo en la despedida de Pocha en el Club Armenio pero después de la agitada clase de salsa le di la espalda a los tangueros, y alguna vez vi bailar durante segundos al caminar por San Telmo). A más de 11000 kilómetros de Buenos Aires, bailé tango. Bueh, lo que se dice bailar

Aparentemente el tango es bastante grande en Australia. En realidad no sé cuán grande, pero si hay una "comunidad tanguera". En todos los estados hay prácticas y milongas cada semana, escuelas donde aprender si es una escuela es para aprender, ¿no?, y shows y functions y…
En fin, este era un evento para introducir tango en Geelong (a una hora de acá) y hubo un taller para principiantes. Había un poco más de 100 personas: dos niñas de 5 y 7 años, una pareja de unos 30, y el resto de 40 en adelante. Y yo.

'On your feet, now.'
'No, thanks. I’m happy just watching,' le dije.
'Wasn’t asking, up you go.'
'Really? Must I?'
Me ofreció su mano, la agarré y me levanté.

Si bien había alrededor de 80 personas que tampoco habían bailado tango en sus vidas, yo era la única en ojotas (menciono este detalle para que aprendan de mi error).
Ahí estábamos, mi partner y yo, en un círculo enorme alrededor de los profesores. Además de algunos pasos básicos explicaron que uno era el líder y el otro seguía. Como mi pareja era un hombre y además sabía bailar, él fue el leader.

'Don't look down. Let go, feel it,' me dijo
Me concentré en no bajar la mirada pero estaba a años luz de poder sentir cualquier cosa que no fuera resistencia.
'You have it in your blood, you're so lucky.' Please! Claramente era un fanático; me sentía un robot.
'We'll try something different now. Close your eyes and trust me.'
No iba a contarle de mis issues de confianza así que le hice caso, cerré los ojos y dejé que me guíe. Dudo haber puesto toda mi confianza en este buen hombre pero fue increíble. No puedo describir bien la sensación pero como sentía que el tipo sabía lo que hacía no me daba "cosa" chocar con el resto, que me pise ni nada… creo que hasta sentí que estábamos los dos solos. (Al abrir los ojos agradecí ver que nadie se había ido.)

La clase terminó y bailó la pareja que dio el taller. ¡Cómo disfruto ver gente que baila bien! Casi el ritmo o género que sea.
Después, mientras otra pareja bailaba con una conexión y naturalidad que pocas veces ví… opa, ¿qué está pasando? No fue que escuché una frase que me hiciera recordar algo en particular; es más, no recuerdo ni una palabra del tango que bailaron. Quizá fue lo que me transmitió la pareja, quizá algo de la música, quizá el escuchar algo tan argentino después de tanto tiempo estando a más de 11000 kilómetros… realmente no sé. Sé que se me cerró el pecho y que finalmente, sin querer, I let go. Cuando me di cuenta me fui del auditorio, a recuperar el control.

Monday, November 16, 2009

Crush Dummies

Estoy pensando en cómo empezar a contar esto de manera divertida pero no se me ocurre; empiezo a escribir.
Entré a casa a la tarde, saludé a S. 'Oh My God!' Fue todo lo que dijo.
A esta altura del día ya me podía reir y al ver mi sonrisa preguntó: 'were you run over by a horse?'
'Ha, ha. No.'

Cuarenta minutos después me encontré con mi alumna de español. 'Wow! Seems someone had a good week-end,' me dijo.
'Si, muy bueno.'
'¿Eso es lo que creo que es?'
'Lo dudo. ¿Qué creés que es?'
'A love bite!'
'Ojalá fuera un chupón.' (Hace cuánto no usaba esa palabra.)

No se me ocurre otra cosa que ir directo a lo que pasó.
Becky y yo amanecimos en su casa en Hamilton, pueblo a unas cuatro horas de acá. Como el sábado habíamos ido a las carreras (y dale con los caballitos) y el domingo fuimos a un río, hoy a la mañana decidimos sacar los roller blades del baúl del auto y patinar un poco antes de volver a Melbourne.
'Long and flat or short and hilly?' Me preguntó.
'I say short and hilly. After all we’ve practiced at the park we have to be ready for some hills. But make sure they’re not very steep.'
'Yeah, I agree.'

Supongo que ya estarán imaginando cómo siguió la mañana.
Patinábamos por la calle. Íbamos tranquilas, charlando, una al lado de la otra. Nos metimos en la única calle transitada de Hamilton así que Becky iba adelante y yo la seguía, entre los autos estacionados y los que circulaban. Vi cómo mi amiga empezó a ganar velocidad. Cuando me avivé de que yo no quería ir tan rápido era tarde. Tenía que frenar y no podía controlar mi cuerpo.
A diez metros había una rotonda, si seguía por la calle en la que estaba, directo a la intersección, el auto que pasara me iba a llevar puesta. Todos los autos estacionados eran chicos, si trataba de frenarme con alguno de esos, seguro lo abollaba. Había uno un poco más grande.
Ese. Y que sea lo que Dios quiera.
Hacia allá encaré: el Jeep. Juraba que me iba a poder agarrar de la goma de auxilio. No sé qué hice, pero lejos estuve de poder agarrarme. Reboté y bloooooom, al asfalto. Más que blooooooom creo que fue un golpe rápido y seco. Duro, eso segro.
Abrí los ojos rápido, vi que no tenía ningún corte importante, me arrastré hasta la vereda y me senté en el cordón. Casi que temblaba.
Becky!
Vino hacia mí como pudo. Parece que cruzó la calle y calló en la rotonda, se raspó toda. Mientras nos reíamos, tratando de relajar un poco, se acercó una mujer a ver cómo estábamos. Cuando vio que estábamos enteras nos dijo de todo.

Así estoy: con el cuello y la pera raspadas, la mano izquierda dura, hinchada como si tuviera un guante de boxeo, inmóvil. El 75% de mi cuádricep izquierdo ya manifiesta un moretón, y siento la pierna como un garrote al caminar. Ah! Chichón en la cabeza.

'Did you cry?' Me preguntó S, medio riéndose. 'Sorry, I had to ask.'
'Ha, no.' Pero un poco hubiera querido. La verdad que me asusté. No sé, por ahí soy una llorona, puede ser... pero creo que la sacamos barata.
Obviamente nada de hills para estas dos principiantes. Volveremos a la planicie de Albert Park, en donde tan bien la pasábamos. En un rato, claro, ahora me voy a buscar hielo.

Espero que empiecen la semana mejor que yo.

Wednesday, November 11, 2009

Melbourne Cup Carnival

Cada primer martes de noviembre se corre la Melbourne Cup que es una de las mayores atracciones en Australia (yo nunca había escuchado, claro que eso no quiere decir nada). Ese día es feriado en Melbourne (y en muchas partes de Victoria).
Desde un par de semanas antes ya hay carreras y casi lo único que se escucha y lee es acerca de eso.
Como no entiendo nada de caballos y mi curiosidad no me llevó a interiorizarme en el turf no les puedo contar nada con respecto a resultados, tipos de caballitos y esas cosas. (Siempre pueden googlear o preguntar a quien entienda algo del tema.)
Resulta que para ir a las carreras la gente se viste con lo mejor que tiene. En cada fecha hay competencias para los mejores looks. Los hombres de traje y las mujeres con vestidos, tacos y sombreros (parece que desde hace unos años se aceptan fascinators).

S me dijo de ir con su grupo un sábado, Derby Day, que (creo) es el más top de todos. 'Way above my budget, but thanks.' Y el 3, día de la Melbourne Cup, la vi… por TV. S decidió que no podía vivir esta experiencia desde el living de casa con Lili así que fuimos al pub. Había tanta gente como un sábado a la noche (eran las 3 pm); todos excitados, gritando y chupando a lo loco (para variar) y las mujeres vestidas como si estuvieran en el lugar de la carrera. Unas ridículas.
Los caballitos corrieron, los que habían apostado a Shocking estaban contentos (no era de los favoritos) y los que perdieron no parecían muy molestos y siguieron disfrutando de su tarde. Nos fuimos a lo del hermano mayor, donde estaba toda la flia. y un rato después terminó mi experiencia de la Melbourne Cup. Ni.



Stakes Day el sábado. Ahí fui con cinco locales y Santi, otro argentino. Llegamos a Flemington (medio día) y muchas mujeres ya estaban descalzas. En cuanto vimos un espacio verde decidimos acampar (general admission, nada de marquee), a unos cinco metros de la pista. La brisa nunca corrió y la temperatura no bajó de los 32º. Armamos el pic-nic sobre un cuadrado de plástico celeste. ¡Plástico! Quise preguntar quién había sido la mente brillante pero como no llevé más que mi presencia me quedé callada. Y parada.
A cada 45 minutos-hora había una carrera. No aposté, no se veía nada desde donde estaba; tenía calor. Recorrí en busca de sombra y no encontré. La poca que había, estaba ocupada por los muertos que habían arrancado su lucha contra la deshidratación en el desayuno.
Mi entretenimiento fue caminar entre las más de 78.000 personas y sacar fotos a vestidos y sombreros (si, estaba re divertida). Me caminé la vida; a las 3.30 pm mis pies ardían, imploraban libertad. No, mantené la línea.
Con el reflejo del sol no podía ver la mini pantalla de mi máquina y tampoco me esforcé mucho. Saqué a lo turista (cosa que claramente era). Al otro día, conecto el stick: dos fotos. DOS. Se había quedado sin espacio. Una genia. Una tarada.

Pero necesito volver al sábado. A la vuelta, el tren estaba hasta la manija. Por suerte conseguí asiento al lado de la ventana. Becky, mi amiga, enfrente mío y Santi al lado de ella. Al lado mío un rubio y a su lado su novia. Arrancó el tren.
'Uf, pobre pibe, no puede con su alma.'
Santi se rió. Yo también.
El rubio empezó a transpirar. Y no paró. Se mecía en el asiento (para el lado de su amada, por suerte). Ya no tenía poros en su cuerpo por donde liberar su sudor.
'Are we far? This is isn’t looking good,' le dije a mi amiga.
Becky se rió. Yo sonreí.
La novia le dio una bolsa al rubio. Dejame de joder, flaco aguantá.
'Nos podemos mover?' Fue una pregunta muy estúpida porque no cabía un alfiler.
Santi y Becky se rieron. Yo no.
Primera estación en la city. La novia se levantó. Gracias. El rubio no pudo. Acto reflejo, me hice bolita contra la ventana, quería atravesarla.
El rubio se aferró a la bolsa y llamó a Hugo. Unas cuantas veces. Tantas, que llegamos a la próxima estación. El hdp depositó la bolsa, se paró y se bajó. Pobre novia tuvo que cargar con la bolsa. Y este detalle es importantísimo: la bolsa no era de plástico, era tejida. Con lo cual, la novia bajó con la bolsa vacía, y lo que había en su interior… no me quedó otra que volver descalza. La rpmqtp.


Sunday, November 1, 2009

...es deuda! (II)

Esquina de Flinders Station a la hora acordada; miré, miré, miré y nada. Si bien no me acordaba de su cara (habían pasado dos semanas y habíamos hablado 20 minutos en un bar), recordaba su cabellera perfectamente.
Un tipo con pantalones y camisa negra, chaqueta de cuero marrón (combinación de colores que sale a lo loco por acá) y el pelo recogido se paró contra una pared al pie de la escalera, y rolled su cigarrillo. Levantó la vista, me miró. Estábamos a unos quince metros. Me miró, me miró, me miró y nada.
Me acerqué. 'Hi, Jason?'
'Yeah, I was looking at you… thought it was you but wasn’t sure.'
Gracias por acercarte.

En el tram camino a Fitzroy yo sentía algo raro pero no, no podía ser. Como en el trayecto me contó que salía bastante por esa zona le dije que eligiera dónde cenar. Estábamos en una calle donde había un bar al lado del otro y después de caminar un par de cuadras se decidió. El lugar tenía tanta onda como Vivaldi (divino para un sábado a la mañana o café con amigas a la noche…).

Durante la cena me contó de su familia, su hermano que 'is muuuch younger than me, he's 20.
No le daba más de 27. 'How old are you?'
'27. Actually, today is my birthday.'
'Nah, happy birthday!'
'Thank you.'
'But… why aren't you celebrating? Don't you care?'
'Well, I am celebrating; thought it'd be nice to spend it with you.'
'Oh, okay…' Freak.

Terminamos de comer, se levantó: 'let's go. Let's rock and roll, young lady.' ¿Nosotros? Not in this life time.

Nos sentamos en la terraza de un pub, The Union, en donde casi lo único que sentí fue la distancia que crecía a cada minuto. La otra cosa que sentí fue la confirmación de lo que había percibido en el tram: un intenso olor a sobaco.
Mi grado de interés era tal que no registré ninguno de sus monólogos. No era que yo estaba secota, eh. Cada uno hablaba de lo suyo; creo que de lo único que dialogamos un poco fue de fútbol y Maradona (lo que refleja lo mucho que teníamos en común). Lo único que registré fueron sus repetitivos 'yeah?' o 'you know what I mean?' al final de cada frase, a lo que yo respondía con otro 'yeah' o 'sure' o algo por el estilo.
A esta altura, después de tres horas, consideré que mi esfuerzo había sido enorme y ya era hora de volver a casita. Mientras pensaba cómo informarle esto al muchacho: relámpagos, truenos y la lluvia fuerte que no vi caer en meses.

Había que ir adentro a comprar las cervezas, y cuando fue a buscar su tercera volvió cambiado. Y yo que pensaba que ya nada podía empeorar. ¿A quién me hacés acordar? Hmm… ¡ya sé! Salvo que no me generás la misma ternura. Con la humedad de esa noche no había necesidad alguna de soltarse el cabello. La hora y media que todavía quedaba no pude hacer más que mirarle el pelo y preguntarme ¿por qué?


'What would you like to do? You wanna stay here or try another pub, maybe?'
'No, no. Sorry, but I'll be heading back.'
'Really? I was going to ask you to come home for coffee or another drink.'
Juaaaa. 'I don't want to miss the last tram and I told you it was an early night for me.'
'No worries, we'll do something fun some other time.'
Tanto le importó que yo no perdiera el tram que tomó lo que quedaba de su cerveza como si se estuviera quemando con sopa. Finalmente apoyó el vaso vacío pero faltaba su cigarrillo. Por poco no se fuma el dedo.

Llegamos a la parada, 'you're going back to the city?' pregunté.
'No, just walked with you because I'm a gentleman.'
El tipo había subido y bajado del tram delante mío, entrado y salido de los lugares siempre antes que yo, pedido su comida y sus cervezas sin siquiera preguntarme... fue de lo más gracioso que escuché en la noche.
Llegó mi tram y me dijo: 'Hope to see you soon.'
'Yeah.'
You know what I mean?