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Monday, April 19, 2010

Con corte argentino

Dos años atrás, cuando le comenté a una amiga y su entonces novio que había aplicado a universidades para venir a estudiar, él me contó que uno de sus mejores amigos estaba en Australia hacía unos meses pero que no sabía dónde. Unos días después, me escribió diciendo que vivía en Melbourne. Enseguida googlé cursos en esta ciudad, encontré uno que superaba a los que había mandado mis papeles y volví a enviar todos los formularios.

Mientras armábamos las valijas en Buenos Aires, le conté a la Peti que me había estado escribiendo con este chico, Pablo, y que probablemente me encontraría al llegar porque no sabía de nadie más que estuviera acá.
-Boluda total, te dicen a vos,- me dijo la Peti.
-¿Por?- pregunté.
-¿Te acordás que conocimos a Pablo hace unos veranos?-
-No, ni idea.-
-Melbourne te va a recibir muy bien. Ese flaco está más bueno que comer pollo con la mano.-


Después de hablarle a Pablo de Cata y Martín, su marido, y viceversa, arreglamos para hacer un asado en la casa de este matrimonio. Haremos dijo el mosquito. ¡Cómo disfruté de una cena entera hablando en castellano! Y la comida… ni hablar. El sólo hecho de comer con plato de madera y los tramontina a los que estamos acostumbrados casi que me hace emocionar.
Martín dice que odia estas parrillas a gas, que en cuanto pueda va a construir una “de verdad”... Ni idea, el asado le salió riquísimo (una vez más). Y como si no hubiera sido suficiente deleite, Cata había preparado una torta mejicana para el postre. Mientras lo servíamos en la cocina, le pregunté si de casualidad no tenía dulce de leche. Me dijo que no pero que había comprado un caramel que no estaba nada mal.
-¿Te animás a una cucharadita del pote como para probar?- Me preguntó mientras abría la lata.
-¿Si me animo? Nena, me bajo el pote entero, lo vas a tener que esconder.- El caramel fue el acompañante perfecto para mi bizcochuelo.
Pablo es celiaco y en su bowl había sólo helado de crema (triste al lado de lo que teníamos los demás). Debe extrañar estas cosas mucho más que yo, y espero que al día siguiente se haya sentido bien porque no resistió la tentación y robó una porcioncita.

Terminada la cena, mi amiga me preguntó si me había gustado la comida.
-¿Me estás cargando? Estuvo genial. No venía pensado mucho en esto la verdad, pero la cena me hizo extrañar un poco, eh.-
-Acá hacemos asados todo el tiempo, cuando quieras me avisás y venís.-
-Gracias, obvio que voy a seguir viniendo.-

Cuando nos íbamos, Martín dijo que no hay como los cortes argentinos. Yo seguía sin entender de asados, pero le dí la razón.

2 comments:

Anonymous said...

jajaja genial brother, los asados te estarán esperando cuando vuelvas (y el ddl ni te cuento!)

Anonymous said...

el asado muy lindo, pero con respecto a los cortes argentinos, no hay otro mejor... digamos no hay como los hombres argentinos, entendí bien???? jajaja
yo te dije que ese chico lo habíamos conocido, y que estaba muy bien no??? haceme caso queridaaaaaaaaaaaa

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