Feeds RSS

Monday, April 26, 2010

Navidad en abril

'We’re having a Christmas party at my place. You must come,' me dijo Becky. Esto no fue en diciembre sino la semana pasada.
'We’re in April, why would you have a Christmas celebration?' pregunté. Empezó a relatar algo que pasó durante el road trip que hizo con sus amigos hasta Brisbane durante la verdadera Navidad pero se tentó y no entendí la parte más importante. Tampoco me generó tanta intriga. Le dije que iba, que esta vez no había chance de que me acerque a los shots (gracias a esta gente pase el peor hangover de mi vida después de Australia Day).


Como siempre, todo estuvo meticulosamente organizado. Se dividieron tareas para los preparativos, se sorteó el Chris Kringle y alguien hasta sugirió un elegante dress code que por suerte fue boicoteado en el grupo de Facebook.

'So this is Christmas, and what have you done...' cantaba Lennon de fondo. Una mesa cuadrada, velas, plantas navideñas (no me acuerdo los nombres), y vino para muchas más personas que las que había sentadas en la mesa. De las 12 personas, diez se conocen desde su llegada a Melbourne (todos de diferentes partes de Victoria); compartieron el mismo College (residencia). La charla giraba en torno a sus años dorados, recordando personajes y anécdotas.

Por fin llegó Santa. La chica a la que yo le había comprado no fue, y como cayó otro flaco a último momento, ligó el mío. El lápiz de labios rojo era justo lo que estaba necesitando. Lástima hermano, hubieras avisado antes que venías. Me regalaron un koala. 'Christmas is not about the present but about giving,' me escribieron en el mail donde me indicaban mi CH K. Yo estaba chocha con mi regalo. El simpático peluche tiene una bandera australiana y será lo único australiano que vuelva conmigo a Buenos Aires. No sé porque se me ocurrió nombrarlo, así que le pedí a Tim, que estaba al lado mío, que me ayude. Repasamos los típicos nombres locales (Davo, Jono, no me acuerdo mas ahora). El nombre Sam había sonado fuerte por su protagonismo durante los incendios del año pasado, pero como el pobre murió, nos quedamos con Keith.
Seguía corriendo la noche, el vino, y mi conversación con Tim. Este chico, el año pasado estuvo en Buenos Aires y tenía ganas de practicar su español y contarme todo lo que había visto. Y yo fui amorosa y le conté unas cuantas cosas que se perdió. 'I’m definitely going back, I loved it.' (Todos dicen lo mismo. Al menos saben dónde estamos en el mapa.)


De repente la noche terminó, habían pasado más que un par de horas. 'Happy new year,' nos despedimos en la puerta de esta casa en Brunswick. El año nuevo me sorprendió con una invitación para ver una película. Mientras veíamos 'Gooood Morning, Vietnam,' las agujas de mi reloj quisieron adelantarse. Miré a mi derecha y las detuve; todavía quedan unas semanas para disfrutar de Melbourne y todo lo que trajo este nuevo año.


Monday, April 19, 2010

Con corte argentino

Dos años atrás, cuando le comenté a una amiga y su entonces novio que había aplicado a universidades para venir a estudiar, él me contó que uno de sus mejores amigos estaba en Australia hacía unos meses pero que no sabía dónde. Unos días después, me escribió diciendo que vivía en Melbourne. Enseguida googlé cursos en esta ciudad, encontré uno que superaba a los que había mandado mis papeles y volví a enviar todos los formularios.

Mientras armábamos las valijas en Buenos Aires, le conté a la Peti que me había estado escribiendo con este chico, Pablo, y que probablemente me encontraría al llegar porque no sabía de nadie más que estuviera acá.
-Boluda total, te dicen a vos,- me dijo la Peti.
-¿Por?- pregunté.
-¿Te acordás que conocimos a Pablo hace unos veranos?-
-No, ni idea.-
-Melbourne te va a recibir muy bien. Ese flaco está más bueno que comer pollo con la mano.-


Después de hablarle a Pablo de Cata y Martín, su marido, y viceversa, arreglamos para hacer un asado en la casa de este matrimonio. Haremos dijo el mosquito. ¡Cómo disfruté de una cena entera hablando en castellano! Y la comida… ni hablar. El sólo hecho de comer con plato de madera y los tramontina a los que estamos acostumbrados casi que me hace emocionar.
Martín dice que odia estas parrillas a gas, que en cuanto pueda va a construir una “de verdad”... Ni idea, el asado le salió riquísimo (una vez más). Y como si no hubiera sido suficiente deleite, Cata había preparado una torta mejicana para el postre. Mientras lo servíamos en la cocina, le pregunté si de casualidad no tenía dulce de leche. Me dijo que no pero que había comprado un caramel que no estaba nada mal.
-¿Te animás a una cucharadita del pote como para probar?- Me preguntó mientras abría la lata.
-¿Si me animo? Nena, me bajo el pote entero, lo vas a tener que esconder.- El caramel fue el acompañante perfecto para mi bizcochuelo.
Pablo es celiaco y en su bowl había sólo helado de crema (triste al lado de lo que teníamos los demás). Debe extrañar estas cosas mucho más que yo, y espero que al día siguiente se haya sentido bien porque no resistió la tentación y robó una porcioncita.

Terminada la cena, mi amiga me preguntó si me había gustado la comida.
-¿Me estás cargando? Estuvo genial. No venía pensado mucho en esto la verdad, pero la cena me hizo extrañar un poco, eh.-
-Acá hacemos asados todo el tiempo, cuando quieras me avisás y venís.-
-Gracias, obvio que voy a seguir viniendo.-

Cuando nos íbamos, Martín dijo que no hay como los cortes argentinos. Yo seguía sin entender de asados, pero le dí la razón.

Monday, April 12, 2010

Hokey-Pokey Pro

La semana pasada recibí este mensaje de mi primo: Estoy mirando el torneo de Bells Beach...estas con tiempo para ir para alla? Pegate una vueltita que se ve que hay buenas olas!!!!
El pronóstico anunciaba lluvia para los tres días que quedaban del campeonato pero como son tan acertados como el sistema meteorológico argentino, hacia Bells partí, a ver el Rip Curl Pro.
En Torquay viven K (la hermana de S) y G, su marido. Gracias a un amigo de él, tenía pase para el VIP, todo muy top. No me equivoqué, no llovió. Tan tranquilo estuvo el clima que hasta las aguas estaban calmas. El mar era una laguna, con lo cual, la última round y la final fueron trasladadas a otra playa.

El capítulo de mi experiencia con un deporte tan local como es el surf será escrito en otra oportunidad. El año pasado, cuando fuimos con L y V al mismo torneo, llegamos media hora después de que el ganador tocó la campana de la victoria. Mucho no nos importó porque sabíamos que a la noche había fiesta. Lástima que nadie avisa que los únicos que salen esa noche son menores de 21 y que en Torquay hay solo tres taxis (que nunca ves y por eso te tenés que volver caminando el par de kilómetros hasta la casa).
Nada de fiesta en esta oportunidad, pensé antes de ir. Pero así como el mar calmo no me permitió ver a Kelly, Mick ni nadie, hubo otro cambio de planes. El cumpleaños número 70 del suegro de K fue el motivo de fiesta esta vez.

En dicho evento, estaban los tres hermanos de G con sus respectivos, los padres obviamente, algunos amigos del agasajado, y yo. Hace meses que los vengo viendo, así que ya conocía a casi todos. Uno de los hermanos de G es Charlie. ¿Recuerdan el evento Super X? Charlie me había invitado a navegar, y claro que quien escribe se ahogó en el muelle y al final nunca hicimos nada. Charlie llegó con su novia. Grrr. Típico. Histérica.
Más allá de eso, sonrisita en todo momento. Probablemente haya estado un poco desdibujada cuando la cuarta persona que no conocía me preguntó qué hago acá, por qué, qué quiero hacer cuando termine, si me gusta Australia… dos veces por semana alguien me hace este cuestionario (ya no incluyen qué cocino). Si se trata de gente que no voy a volver a ver (y no tenemos a nadie en común), invento. Voy alternando entre las tres o cuatro identidades que creé durante el año.

Pero volvamos a la fiesta. El señor que cumplía años sólo tuvo su minuto de fama luego de soplar las velitas, cuando dio su speech (aman dar discursos). El resto de la atención giró en torno al pequeño Will, único nieto/sobrino de la familia. Tiene más o menos un año y medio. Will y yo nos conocimos hace unos meses, y podría decir que nos habíamos comunicado bastante bien. Debería haber ido a visitarlo porque o se olvidó de mí o siempre le caí mal porque me hizo pasar un momento feo. Muy feo.
Algunos charlábamos en la cocina cuando la madre de Will se acercó con su hijo en brazos. 'Hi five, Will,' djo G. El pequeño sonrió, la madre lo acercó a G y chocaron sus manos. El que estaba al lado de G dijo 'Hi five, Will,' el pequeño sonrió, la madre lo acercó y chocaron sus manos. El que estaba al lado…
Faltaba cada vez menos para mi turno. 'Hi five, Will,' dije y produje una sonrisa muy falsa. El pendejo ni mu. Todos estallaron y yo sentí cómo mi cara tomó color en menos de un segundo.
Cuarenta minutos después se repitió exactamente la misma escena. Lo único que cambió fue el tono de las risas y mi blushing, quemaba esta vez.
Como si no hubiera sido suficiente, hubo una tercera vuelta de Hi fives. Will me miró, levantó la mano, yo hice lo mismo, la madre lo acercó y él la bajó. Osoooo. Un desubicado.


El baile empezó cuando todos estábamos en el living, después de comer la torta. 'You put your right foot in, you put your right foot out, you put your right foot in…' Will daba saltitos, se movía en círculos.
Pasé años con esta canción, 'and you shake it all about,' me encontré "cantando". La madre del chiquito me escuchó y después de que me dijera tres veces que me parara a bailar con Will me levanté. Ahora todos se van a enterar del terror que le tengo a los bebés, de lo poco que me quieren. Genial.

Agarré las manos de Will y encorvada, empecé: 'You put your left foot in, you put your left foot out…' No me dejes ahora. Vi una sonrisa. ¡Estaba contento! '…you do the Hokey-Pokey and you turn yourself around,' escuché su carcajada y me relajé. Entusiasmados, Will y yo pasamos por las manos, nariz, todo el cuerpo.

Hora de irnos, mi sonrisa fue sincera cuando lo fui a saludar. Solito levantó su mano y cuando hice lo mismo, Hi five! That’s what it’s all about.


Monday, April 5, 2010

Bendigo

Después de considerar varios destinos dentro de Victoria, Becky, Amy y yo decidimos ir a Bendigo porque ahí vive el novio de una de las chicas y así no gastaríamos en alojamiento. Acá el viernes y lunes son feriado para todos (pasan el del sábado al lunes) y mucha gente también tiene el martes off. Para nosotras, no era más que una escapada de fin de semana porque las tres teníamos planes para el domingo (ellas con sus novios, yo con la tesis).

Allá lejos y hace tiempo, Bendigo creció gracias a la fiebre de oro, y hoy es la cuarta ciudad más poblada de este estado. La mayoría de los edificios son de fines de 1800, principios de 1900; cada tanto aparece la construcción moderna de un banco y esculturas de artistas contemporáneos en las plazas. Esta ciudad queda a unos 130 kilómetros de Melbourne. Podés tardar una hora en tren o unas cuantas más s
i vas en auto y parás en algunas de las tantas wineries que hay en el camino.

No hice la ruta del vino en Mendoza y fui a muy pocas bodegas en mi vida. Las tres que visitamos el viernes no tienen nada que ver con lo que imaginaba. Entramos a la primera, que era un cuarto de no más de tres por cuatro, divida por una barra detrás de la cual había una señora de porte importante, pelo desprolijo y unos cuantos huecos donde deberían haber dientes. Amorosa la señora, eh. Nos dio de su cidra, las chicas le charlaron y seguimos ruta.
La llegada a la segunda parada estuvo cerca de ser el fin de nuestra aventura cuando Becky le dio con ganas a los cráteres que había en el camino de tierra. Este lugar era la parte de atrás de la casa de un matrimonio que vivió diez años en Buenos Aires y Tucumán, y ahora se dedica a hacer vino. Esta vez me tocó hablar a mí.
La tercera bodega era la más grande, más comercial. Aún así, desde la terraza que daba a un lago y el interminable verde, se veía la ropa en el tender. El vino más o menos, pero la bandeja de quesos riquísima (eran las 4pm, cualquier cosa hubiera sido rica).

Y la entrada a lo de Alan, el novio de Amy... He visto como viven muchos estudiantes acá y, en general, todas las casas son un desbole, los muebles son viejos y nada combina con nada; ni hablar de una planta. Pero esta casa es diferente. ¿Por dónde empezar? Es una casa antigua, de techo alto, y a pesar de los ventanales es oscura. Después de cruzar la puerta y pasar por encima de botas, zapatillas, bolsos y bolsas cual vayas para llegar al living, me encontré con una tabla encima de la chimenea que está llena de piedritas. (Para mí son piedritas, claro. Él es geólogo.) La mesa en el centro es la enorme caja del home theatre que acaba de salir; está llena de vasos sucios. Nunca pude ver la alfombra, está cubierta de pelusas…
Pasé por la cocina para ir al baño y de un cajón colgaba la bolsa de residuos, a la que entraban y salían hormigas en una línea que vaya a saber uno donde empieza. ‘Amy, do you want me to help you a bit here?’
Estoy lejos de ser obse, pero este grado de suciedad no va. Mi amiga me dijo que no hacía falta, que era el sistema que había creado Alan porque sino las hormigas entraban a la casa.


Llegó Alan y salimos a cenar. Del pub fuimos a otro bar, y de ahí al boliche de Bendigo. Mientras la gente llegaba al baile, los muchachos de la banda fueron tomando sus posiciones en el escenario. Todos los hombres en esta ciudad son bogans, según algunos. (Bogan indica clase baja, tipo de slang, educación, ropa, etc. Un estereotipo más.) Los chicos de la banda, con tatuajes, algún que otro arete, y mirada de chico malo, empezaron a tocar. Hay veces que what you see is not what you get. ‘Jesse’s Girl’ y ‘Mr Jones’ fueron cantados por todo el público, entre otros hits y el broche de oro fue ‘You’re The Voice.’ (Si un australiano no conoce esta canción pídanle el certificado de nacimiento.)


‘We're all someone's daughter
We're all someone's son
How long can we look at each other
Down the barrel of a gun?

We’re not gonna live in silence
We’re not gonna live in fear
Whoa oh oh…’


La gente estaba al palo.

Una vez en la casa, camino al baño con el cepillo de dientes en la mano me enteré que no andaba el lavatorio. A cepillarse los dientes a la cocina. Estaba oscuro, tenía sueño y no pensé mucho en la situación (de la que no tenía salida).


(Me da un poco de cosa criticar así. El flaco es un amor que nos recibió en la casa, pero no puedo entender cómo vive.)

A la mañana me desperté última, fui a hacer uso de la cocina-baño. La pequeña mesada desbordaba de platos y cubiertos sucios. Todo esto a milímetros de la pileta, donde descansaban los restos de dentífrico de alguno de los que pasó antes. No soporto ver pasta de dientes en un lavatorio, me da mucho asco, y que esto estuviera sucediendo en una cocina me empezó a dar arcadas. Agarré mis cosas y las empecé a llevar al auto. ‘Hey, there’s no rush. Let’s prepare brekky,’ me dijo Amy.
‘Why don’t we go out for breakfast?’

Terminó siendo uno de los fines de semana más caros desde que estoy aca. Mis ganas de huir de la casa me hicieron invitar el desayuno cuando las chicas se resistieron.

Regularé en la semana, me alimentaré de los pocos huevos que me quedan... no es tan grave. Al menos ya tengo mi baño con lavatorio en funcionamiento.