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Monday, February 22, 2010

So You Think You Can Dance

El año pasado habíamos quedado con Cata (otra argentina que llegó hace unos meses con el marido), en empezar clases de baile. Cata está de vacaciones, así que yo (que dispongo de bastante tiempo), tenía que ponerme en campaña para encontrar un lugar que nos quedara bien a las dos, y sobre todo que la clase fuera divertida.

Nunca tomé clases de baile (salvo que las de Vicky Rojo cuenten) y no sabía bien qué buscar. Sé que algunas amigas hacen "
jazz" en BA, pero por la descripción que había leído en Internet no era lo mismo así que me anoté en otra.
Como cada vez que voy a un lugar que no conozco, llegué temprano. Innecesariamente temprano. Tan temprano, que las dos mariposas que estaban en el mostrador poniéndose al tanto de sus fines de semana me preguntaron si quería probar la clase anterior a la que me había anotado. Era de jazz. Dije que si, me puse las zapatillas y crucé todo el dancefloor hasta llegar a la otra punta, lejos del resto de las alumnas.

La clase de Jazz resultó ser exactamente lo que quería: música movida, técnica y bastante ejercicio. 'Ash' nos explicó que para hacer giros había que elegir un punto, poner la vista ahí, y volver la cabeza ahí rápido para no marearse. Ah! Pensé, imaginate que por una vueltita vas a perder el equilibrio.
Teníamos que dar unas seis vueltas en todo el ancho del lugar. A la segunda, Ash, tuvo que venir a rescatarme de mi viaje al suelo. 'Got it. I’ll stick my sight to the window.' Nunca terminé una vuelta donde la había empezado. No me caí de casualidad.

'Five, six, seven, eight,' contaba Ash y empezábamos, 'one, two, three, four...'
La clase fue divertida, y aunque me costó un poco el tema de la movilidad, anduve bastante bien a nivel coordinación. Ash me guiñaba el ojo por el espejo y me tiraba miraditas alentadoras. Predecible, ya sé pero venían bárbaro. Para cuando terminó yo estaba para pedir pulmones y darme una ducha. Pero no me podía ir. No iba a mostrar debilidad.

Empezó la clase a la que me había anotado: hip hop. A los dos minutos parecía que me había dado la ducha. Ash agregaba un paso tras otro y por más que mi concentración estaba completamente ahí no había forma de llegar al octavo. ¿Alguna vez lo intentaron?
'Five, six, seven, eight,' volvía a contar Ash, 'one, two, three, four-'
¡Paráaaa! Es imposible seguirlos. Seguía al profesor a través del espejo pero no. Llegaba siempre tarde. (¿Por qué a todos los profesores de gimnasio o baile les dicen “profe”? otra abreviatura que odio). En un momento cometí el enorme error de mirar hacia adelante y al verme reflejada me deprimí. Todo lo que vi fue una mujer agotada, perdida, con tanta movilidad como la de un espanta pájaros. Ni hablar de la coordinación. Me angustié enserio. Tuve que respirar profundo (aunque de lo agitada que estaba no pude mucho) y tragarme las lágrimas.

No les voy a decir que a la vuelta pensaba presentarme para Bailando por un sueño (podría aspirar más alto igual, ¿no?) pero esto es mucho más complicado de lo que parece. Cata, aunque con hip hop no tengamos una chance (bah, no conozco tus condiciones pero creeme, es difícil), lo vamos a lograr.

Monday, February 15, 2010

Rottnest Island

Rottnest Island queda a unos 18 km de la costa de Western Australia (Fremantle, precisamente). Allá por 1696, un Dutch la nombró Rattnest por un marsupial que se llama quokka que este hombre encontró parecido a adivinen qué animal.
By the way, subí el mapa de Australia para que ubiquen un poco dónde estoy.

Hacia Rotto partimos. En la lancha, yo iba sentada atrás a la derecha, mi amiga Jose a la izquierda, su chico (otra fóbica que no me dejaba decirle “tu” chicho, mucho menos tu novio y obviamos su nombre porque a ninguna de las dos nos gusta) manejaba, y el resto: Marty, Can, Lou y Andy parados y agarrados de donde podían.
Ni bien salimos del río y entramos al océano me acordé del miedo que me dan estos paseítos. Encima, desde donde estaba no veía la islita y no tenía idea de cuánto faltaba. Por favor, que aparezca pronto, por favor.
Llegué a esta isla absolutamente empapada pero dados los 35 grados que hacían a las 9.30 am no fue nada molesto, lo importante era que habíamos llegado.

Anclamos y bajamos para conocer el centro de la isla. Mucha gente va los fines de semana en sus lanchas o yates y muchos otros turistas toman lo que sería el barco colectivo y una vez en la isla salen a recorrer en bicicleta. Creo que nunca mencioné esto: en este país parece que a todos les gusta andar en bici. Imaginen mi entusiasmo al escuchar ‘are we renting bikes?’ No es que me da lo mismo andar en bicicleta, ODIO andar en bicicleta. No tengo ningún traumita infantil, simplemente lo ODIO. A mi favor, como nos llevaron habitués del lugar que tenían todo el día armado en una planillita, zafé de tener que pedalear bajo el sol y tener que poner cara de estar pasándola bomba.

Alquiler de snorkel y al agua pato. Un par de pececitos, unas cuantas aguas vivas y no mucho más. Subimos a la lancha para almorzar y mientras todos miraban a las manta rayas XL que nadaban debajo nuestro como si se tratara de un cardumen de goldfish, yo confirmé que no soy pariente directa de Aquaman y decidí que había cumplido con mi cuota natatoria del día.

Partimos hacia otra parte de la isla y esta vez manejaba Marty. No me pregunten qué hizo este flaco pero la isla desapareció. ¿Hacía falta alejarse tanto para ir a la vueltita? A esta altura, el viento ya soplaba con ganas (Perth es la tercera ciudad más ventosa del mundo; me enteré la primera noche, después de haber pasado el día manoteando mi vestido). Me dijeron que para que no me mojara otra vez me sentara sobre la heladera. Me empapé. Pero no me podía importar menos.
El tipito este iba a las chapas, divertidísimo manejando como si fuera un juguete, haciendo saltar la lancha una y otra vez. Cuando parecía que se iba a calamar venía la peor parte: golpe seco y la contractura que ya no encontraba rincón en mi cuerpo para tensionar. Por favor, que pare, por favor. Seguía. Fuerte, cada vez más fuerte. Enserio, por favor.
–Estás bien?- me preguntaba Jose y los demás también a cada rato tiraban un 'Are you okay?'
'Fine. Fine.' Hay veces que mi cara sí expresa lo que me pasa, como en ese momento: terror.

Llegamos al siguiente destino y después de unas 38 horas, pudieron anclar en medio de unas rocas donde había focas. Bajaron todos menos Jose y yo. Nos gritaban excitados que bajáramos a esa mega experiencia de nadar con los lobos marinos, y que las rayas te pasaran por abajo era algo indescriptible.
-¿Qué le pasa a esta gente?- le pregunté a mi amiga.
-Están mal. Yo vi muchos lobitos en Mar de Plata ya, y la verdad que las rayas no me generan nada de curiosidad.-

Y así, mientras las dos disfrutábamos de la tarde ahí arriba, la suerte estuvo de mi lado. Si les digo que un pájaro sobrevoló el área ya se imaginarán qué pasó. Y no fue que me salpicó algo. No. El muy hijo de su madre tuvo la eficaz puntería de depositar todo lo que tenía para evacuar en mi espalda. (¿Quién inventó que esto es buena suerte?)

Hora de volver… claramente el mar más picado, cada vez más viento. Yo ya estaba atornillada al asiento (solo tiene dos) y se ve que se compadecieron de mi porque nadie me quiso sacar. Por favor, que vaya despacio, por favor, que las olas no sean grandes. En mi cabeza el barco se rompía, en un golpe yo salía volando, en el agua el motor me arrancaba una pierna… Por favor, que lleguemos enteros. Todos, incluida la lancha. Se me vino a la cabeza que hay que tener cuidado con lo que uno pide así que intenté ser específica y que nadie saliera lastimado. A todo esto, los otros seis hablaban de lo que mis oídos captaban como la inmortalidad del cangrejo. Pasé las dos horas que llevó hacer los 18 kilómetros pidiendo por favor, por favor, por favor.

Si. La isla bonita.


(Estas fotos son de Perth, ciudad pequeña que parece una maqueta.)





Sunday, February 7, 2010

Un anio

Esta semana hace un anio que estoy aca. Aca aca no porque no estoy en casa (sin mi computadora, disculpen la falta de tildes y enie).

Hace un anio que no actualizo mi iPod. (Deberia ocuparme en breve de este asunto porque mientras escribia esto en una plaza empezo a sonar Mi nena by Comanche. Promise my friends, no tengo idea de como llego ahi.)

Hace un anio que vivo sola. Ok, con S y Lili, pero me refiero a que me fui de casa! (El signo de exclamacion no es porque estuviera mal. Simplemente todo cumple su ciclo.)

Hace un anio que no me hago (hacen) los pies. Es demasiado caro; sera lo primero que haga cuando pise BA.

Hace un anio lloraba como un bebe en Cardales, en casa, saliendo de Tigre.

Hace un anio no se me hubiera ocurrido volver a jugar al hockey. Ni que extraniaria tanto las empanadas y el helado de dulce de leche.

Hace un anio no conocia a nadie. No voy a decir que soy Roberto Carlos, pero tengo algunos buenos amigos.

En todo este anio solo tuve un dia de mal humor. No te lo cree nadie. Es cierto, pero no fueron muchos. El dia en cuestion fue hace poco, y la victima de mi enrosque, Nanny. Ella no lo genero, pero lo aumento hablandome en espaniol. Pueden creer que todas estas semanas la mujer casi no me hablo en ingles? Era como que me hablaba otra persona. Que le pasara? Me cambiaron a mi abuela.
Toda la vida contestandole en castellano, y ella decia: 'I don't understand. English.' Y ahora que finalmente me hablo en Spanish yo queria ingles.

Hace un anio estaba segura de que en 18 meses estaria otra vez en Buenos Aires. En diciembre estaba segura de que me quedaba en Australia un anio mas, trabajando. Hoy, como cada vez que parece haber un poco de estabilidad, no puedo parar de tambalear.

Hace un anio hable por telefono con una amiga que no veia desde hacia mucho. Hoy, estoy en su casa en Perth, con ella y el hermano. En unos dias vuelvo a Melbourne; empieza otro anio.

Tuesday, February 2, 2010

Australia Day

El lunes pasado, con un poco de culpa, le dije a mi abuela que el día siguiente la abandonaba para pasar Australia Day con mis amigos pero que sería un rato y que así ella podía aprovechar para ir a la playa (cosa que cada vez me aburre más). Me dijo que no había problema y quiso saber qué significaba Australia Day.
'Dunno. Es feriado y todos se juntan – for a change – for a bbq and drinks.'
'You have to find out before going, you are an ignorant. We’ll ask Sopa when we get home.'
-Se nota que no lo conocés, no va a tener idea. Seguro que es el día que alguien llegó acá o algo por el estilo.

Tal como lo predije, S no tenía idea. 'But it’s a great excuse for a barbie and beers.' (Aprovecho la oportunidad para mencionar que mis oídos sufren cada vez que usan barbie para barbecue.) Consultamos en internet y nos enteramos de que el 26 de enero de 1788 llego la primera flota a Sydney Cove (cuando clavaron la primera bandera británica acá).

El martes, S y novia (que, según Nanny "están pegados como chicle estos dos, qué lindos") me invitaron a pasar el día con ellos 'and the usual suspects.' Me tentó mucho la invitación, no porque algún suspect me interese, simplemente me divirtió pero dije que no porque ya había arreglado con el otro grupo.

S y novia partieron y festejaron como muchos otros australianos: en el pub. A eso de las 11 yo salí para lo del novio de Becky y en el camino vi otras tantas personas juntándose en los parques, preparando las barbecues. Parece ser que otro de los modos de pasar este día es escuchando el ranking de canciones del año anterior (alrededor de 100 temas). En realidad, ni idea si mucha gente escucha este interesantísimo conteo, pero la gente con la que yo lo pasé sí. Y estaban de lo más entusiasmados.

Cuando me enteré en la puerta acerca de esto de las canciones me pregunté si no me había equivocado al decirle a S 'thanks but I already arranged with Becky.' Cuando salí al backyard y vi a los siete hombres que formarían parte del gran festejo sentados en semi círculo, tomando cerveza, en calzoncillo, confirmé mi gran error. ¿Por qué no me escucho?

Por suerte se vistieron rápido, y mientras todos se reían del graciosísimo chiste que nunca entendí, fui en busca de mi primera cerveza. De fondo sonaba el ranking que, enseguida me informaron, todos sabían cómo terminaba porque se había filtrado por internet. 'Don’t tell her. Sh, don’t tell her.'
'Yeah, don’t tell me,' me estoy muriendo de intriga. Y otra cerveza. Y no habían prendido el fuego.

Con lo simpática que estaba pasé un buen rato hablando con uno que acababa de llegar de su viaje de un año por Sudamérica (siempre hay uno), y otro tanto con uno que sufre de insomnio y entonces escribe (siempre hay uno). 'I have these great ideas, you know… I hope I can do something with all this stuff.' Le dije que me podía contar todo lo que quisiera pero que yo no trabajo en una editorial, no me tenía que vender nada.

Hablé también con otro que ya había visto un par de veces. No sé porqué antes no lo había visto bien. O capaz sí, pero esta vez me pareció buen mozo. Hmm, ojo eh. No digo que me enamoré; ojo, nada más.
¿Qué dijo a los dos segundos que se levantó de mi lado y conto un chiste a todo su público? Que era gay. Brutal. Nunca me había pasado.

El calor acompañó toda la tarde, junto con el clásico "Aussie, Aussie, Aussie" (el resto responde:) "Oi, oi, oi" que sigue pero seguro lo conocen; y las cervezas heladas no pararon de salir del lavadero.

Terminé literalmente en estado de shock jugando con tres chicos con un aparato que (perdón si lo conocen, yo estaba como una niña con el chiche nuevo), tiene cuatro manijas y hay que apretar cuando se prende la luz. Si no apretás: shock. Con mi reacción disminuida después de las incontables cervezas no hacía más que perder, cosa que me hacía querer jugar más. Qué básica. Por suerte, a eso de las 7 y media, gané. Ya era horario más que considerable para volver a casa.

Segundo error del día: haber vuelto a casa. O haberte tomado hasta la presión.