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Sunday, August 16, 2009

Go Uni!



Juego en el equipo social del club de la universidad. Entrenamos una hora y media una vez por semana, somos unas 20 y con suerte llegamos a juntar 11 para cada partido.

Si hay tiempo antes de que empiece el partido unas pocas damos una vuelta a la cancha (eso habrá pasado tres veces). Paradas formando un círculo en el lateral, el Coach nos dice de qué jugamos y una vez que el umpire sopla su silbato entramos. Trotamos una atrás de la otra por la línea de media cancha y nos paramos en frente de las contrarias. Su captain says: “Brunswick (todavía no entiendo qué dicen acá), Melbourne Uni, hip ra!” y todo el equipo contesta “RA, RA, RA!” haciendo golpecitos con el palo en el impecable césped sintético. Nuestra capitana dice su parte, respondemos, sorteo, “good luck,” apretón de manos y a jugar.

En el primer tiempo de mi primer partido apenas decía tímidamente “yep,” “on the right,” “here…” para que me pasen la ball. No había registrado los nombres y no me daba mucho ponerme a gritar. En el segundo tiempo, de repente me encontré alentando al team: “go uni!” “Keep it up girls!” “Bring it in!” Me sentía en una película yankee jugando el partido. Ganamos. (No existe el tercer tiempo y ni hablar de bañarse después de jugar.) Fue el primer triunfo de la temporada (yo me uní en la mitad) y la semana siguiente entrenamos en el pub.

Pasaron los partidos, fui entrando en confianza con las chicas y entendiendo cómo juegan. Pero tengo serios problemas de comunicación con mi wing. Este sábado, la miré y luego hice un pase al espacio. Todo lo que Cas hizo fue mover sus ojos, ni siquiera su cabeza. Observó cómo la bocha rodó no muy lejos de ella y no tan velozmente hasta salir de la cancha. Indignada, me dí vuelta para volver a mi posición y en el lateral, el Coach, siempre sonriendo y con los brazos extendidos al costado del cuerpo, levantó y giró sus manos: “bad luck.”
“Yeah,” me quedé mirando y sonriendo como si hubiera complicidad entre nosotros.
Observate un segundo. Estás en una cancha, tus piernas tienen ese color oliva, invierno siniestro, estás transpirada como si hubieras corrido una maratón y tenés un plástico que apenas entra en tu boca. ¿De verdad te creés sexy? Come on! Dejá de divagar, tratá de cerrar la boquita, date vuelta y volvé a tu marca.

Terminamos ganando 3-0. “Great game Uni! If we win the next two we’ll be playing finals.” Genial participar en semejante acontecimiento...si no fuera porque había arreglado unos días de ski para el primer fin de semana de septiembre (fecha en que empiezan las finales, obvio).

Don't Uni!

Sunday, August 9, 2009

La ventana

La ventana de mi cuarto da a una calle que no es muy transitada. En la cuadra de enfrente hay casas victorianas, una pegada a la otra (como en todo el suburb y en la mayor parte de la ciudad). Como la vista no me inspira nada apenas miro hacia afuera para ver el cielo a la mañana. (Aunque no sirve de mucho porque acá pasamos de un cielo despejado a esa garúa insoportable en segundos, es prácticamente imposible estar vestida de acuerdo al clima.)

Siempre que salgo de casa camino hacia la derecha porque para ese lado están los cafés, farmacia, super, parada de tram, en fin, todo lo que necesito. Hace un par de semanas me di cuenta de que casi no conocía el “otro lado” y decidí cambiar mi trayecto. Crucé la puerta y salí hacia la izquierda, doblé en la esquina bordeando la casa, observé mi ventana y me llevé una gran sorpresa.

¿Por qué no sentí curiosidad un poco antes? Unos cuatro, cinco meses atrás... Al día siguiente inicié mi habitual camino hacia la ciudad, a comprar un blackout.