La jodita de la caída dejó más secuelas de lo que me hubiera gustado. Nada grave, pero todavía me molesta la mano para escribir... cocer, bordar, abrir la puerta para ir a jugar! jo, jo. Seguro no es nada pero mejor que lo diga un médico.
Llegué al lugar que más que una clínica parece una empresa. Entré a esta torre moderna en plena city, me acerqué a la recepción, di mis datos y me dijeron que espere en la sala de espera (que es igual a la sala de pre embarque en un aeropuerto). Me senté, no llegué a abrir mi libro que alguien dijo mi nombre.
Caminé hacia este hombre y lo seguí a lo largo del eterno pasillo en el que había puertas grises cerradas con carteles "Dr Someone" pegadas en ellas.
Antes de salir de casa había mirado la lista de médicos de este lugar (ni idea para qué porque no conozco a ningún médico), y cuando vi que muchos eran hombres confieso que me entusiasmé un poco. Estaba segura que el tipo al que seguía era algo así como un usher. Del otro lado de la puerta me espera Dr Chase! Cuando entré al consultorio y el tipo este cerró la puerta comprobé una vez más que estos australianos sólo existen en las películas… y en Dr House.
Anyway, después de que le conté que me había caído patinando y que semanas más tarde me seguía doliendo la mano, me agarró de la muñeca y empezó a presionar en distintos puntos.
‘Does it hurt?’ preguntó.
‘No.’
‘Here?’
‘No.’
‘Here?’
‘No.’
‘Here?’
‘No.’
‘He—’
‘Ouch!’
‘Ok, if something’s broken there, nothing can be done.’
Brutal. ‘So?’
El Dr Lee, que vestía una camisa a cuadros negra, roja y blanca prolijamente metida en su jean negro (que por poco no lo ahorcaba), procedió a explicarme lo que podría estar causándome dolor. Este tipo se había recibido hacía media hora o no le enseñaron o no aprendió cómo tiene que hablar con sus pacientes. Entre que su inglés era malo, seseaba y me hablaba en términos médicos, no tengo idea de qué es lo que me causa dolor cada vez que hago fuerza con la mano. Lo único que entendí fue que me podía sacar una radiografía para saber si hay algo roto o no, pero que igual, repitió, no se puede hacer nada. ‘At the end of the day, it’s your decision,’ con una seriedad como si me estuviera hablando de una decisión de vida o muerte.
¿Tiene algún sentido ver el estado de algo que no se puede cambiar? Dudé un poco de su no rotundo (desconfío un poco de los absolutos) pero como en esta vida no soy médica, confié en el chino. Le informé mi meditada decisión y le pregunté: ‘but is there anything you can give me for the pain?’
Giró su silla hacia el escritorio y empezó a tipear en la computadora. El tipo escribía y escribía concentradísimo con la boca abierta cual goldfish. Imprimió la receta y después de que me preguntara cinco veces si tenía alguna otra consulta me fui. Partí sin mi Dr Chase, sin saber si tengo algo mal, pero pensando que la decisión de sacarse una radiografía siempre es una opción.